sábado, 4 de julio de 2009

CAPITULO 15 (LOS NIÑOS SANTOS)

La velada fue tranquilidad, la risa fue silenciosa, no quería molestar a la mujercita gusano, además el ruido no era necesario, los diálogos fueron internos y cuando eran visibles, la luz de la vela se encargaba de explicarlo; el canto de la mujer arrullo fue capaz de transportarme a lo más profundo de mí, entenderme, comprenderme, saber en dónde estoy parado, saber por qué no me encuentran, por que no saben de mi pasado, no necesito el ruido, lo he entendido, no necesito jactarme de poder hacer y no hacer, el silencio es mi compañía, y el ruido, la gracia justificadora, ahora solo necesito pulir mi voz interna. Soy el hombre que canta, soy el ruido en los corazones, soy el compañero de la sabia, somos el canto de los niños santos.

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