jueves, 24 de septiembre de 2009

No para cualquiera

Ellos y yo nos reímos en silencio, no pueden soltar la risa, ¿yo?; no quiero, me contengo con la vaga idea de que el silencio podría justificar los medios, mi hermetismo, mi frialdad, espectáculos fehacientes, ¡tu! El espectador, en espera de esa ventaja, inscrita en un cuento horrible, teme a los dioses, por que son capaces de nada, por el contrario algunos humanos podemos destruir y regenerar al mismo tiempo, y si es pretencioso, recuerda que no soy mas que un juego de palabras, entrelazadas en un momento en que las coincidencias fueron arrebatadas por una suerte de sucesos formados por nosotros mismos, y mis disidencias ante lo que soy me convierten en el espejo de los juegos mortificados de los otros. Si en verdad abra tiempo, el capricho ajeno será el nudo en la mitad de nuestros desestresados intercambios, y aun que no entiendas nada, bienvenida seas ¡oh virtud dionisiaca! y que desdichado no sea tu camino a mi morada.

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